Cómo le dije a mi esposa

Hablar sobre fetishes abiertamente es difícil, hablar sobre tu gusto de pañales es aún más, decirle a tu esposa que tu fetish son los pañales es la combinación de todo lo anterior.

Índice:
Introducción
Antes de casarme
Tiempo de la verdad
Fantasías
Conclusión

Un preámbulo

Hablar acerca de mi gusto por los pañales con alguien me costó mucho tiempo para hacerlo. Como lo he mencionado aquí, prepararme para abrirme a hablar sobre mi fetish es algo que me tomó tiempo y a veces cuando lo hice no eran resultados que esperaba.

Durante mi adolescencia no tenía alguien de confianza para decirle un secreto tan… secreto, entonces lo guardaba. Pero tenía ganas de compartirlo con alguien, alguien que me escuche y hasta pueda entender porqué mi gusto y que también me diga que es algo que le interesa y practica. La primera vez que se lo dije a alguien no sé si fue una buena idea hacerlo, se lo dije a un buen amigo en la secundaria pero poco después nos empezamos a distanciar, no sé si mi secreto tuvo algo que ver, probablemente no.

Empezaba a buscar en internet algún foro donde se lo pueda comunicar a alguien y recuerdo que entre los grupos de ABDLs que encontraba me ponía en contacto con ciertos extraños que nunca sentí la confianza para poder divagar en una plática que sea plena para mi.

Incluso cuando estaba en la preparatoria me llegó a pasar del típico clásico de equivocarme de ventana de chat como 2 veces, la primera fue con un amigo que le mandé un texto diciendo algo como «llevo mucho tiempo sin ponerme un pañal», se lo quería mandar con alguien que encontré en estos fotos ABDLs pero me equivoqué mandándoselo a él, lo cual respondió con un «?», para eso yo también le puse lo mismo y ya no quise tocar el tema por pena, no me ha mencionado algo al respecto, seguimos en contacto, es un buen amigo.

El otro fue más penoso, cuando estaba divagando en el mundo de la pornografía ABDL, tendía a copiar los vínculos de la galería que me llamara la atención y los pegaba en un documento Word. Entre esas de copiar/pegar, por accidente le mandé el vínculo a una compañera. No respondió al vínculo y ya no le quise sacar más plática después de ese suceso.

Cuando tenía como 25 años conocí alguien que le tuve la confianza para decirle pero como me daba mucha pena decirlo (y creo que ella no supo cómo tomarlo) no divagamos mucho del tema, pero en general no lo vio con desagrado.

Pero me quedé con las ganas de que me haga preguntas de seguimiento, no lo hizo.

Como a mis 30 años, estaba tomando terapias con una psicóloga por otras razones y me di el ánimo para decirle pero no supo cómo manejar la noticia y decidió por canalizarme con otro que pudiera contestar mis preguntas, largo cuento corto no sentí una conexión con esta otra persona y no quedaba satisfecho con la manera que abordaba el tema con alguien más, creo que no tenía la madurez hablarlo y por eso me cerraba para hacerlo.

Dejé de frecuentar ambos terapeutas y no volví a tocar el tema… Hasta que conocí a mi esposa.

Como a los 2 años de hacernos novios y la relación se volvía cada vez más profunda e íntima, empecé a tener las ganas de comentarle de mi secreto pero no me animaba a decirle ni tenía idea de cómo abordarlo. Para esos entonces salió la película llamada ‘La chica danesa‘ y por razones que no entendía en el momento, le causó un impacto a mi esposa por lo que decidí no comentarle mi secreto con temor de que también le cause algún impacto negativo. Incluso tampoco le pude decir de mi otro fetish, de usar ropa femenina, aunque creo que éste tuviera más impacto ya que en la película, el conflicto empezó cuando el protagonista usó ropa de mujer.

Total, ya no le dije, pero seguía usando y las ganas de decirle seguían ahí.

Pendientes para poder casarme

Como lo mencioné en mi entrada anterior, cuando llegó el momento de proponerle matrimonio y que ella aceptara, me hice el propósito de decirle antes de casarnos pero no sabía cómo.

Unos meses antes de casarnos, volví a buscar un terapeuta para hablar de varios temas que no he podido hablarlo antes, inseguridades, temor al matrimonio y mi gusto por pañales y lencería, típicos temas que alguien hablaría con un psicólogo.

Las primeras citas fueron de exploración, hablar de aspectos generales pero por cada sesión que pasaba sentía más ese deseo de finalmente poder abordar el tema hasta que llegó el momento de finalmente decirlo.

Desconozco si ella tenía experiencia con este tipo de fetishes pero como es una profesional me pareció que sería alguien apropiado para poder abordar el tema y divagar de porqué tengo tanto interés, hasta poder saber si hay relación con los otros temas que hemos abordado. Como me daba mucha pena decirlo, ella me dio ánimos para finalmente decirle: me gusta usar lencería.

Aunque en ese momento estaba recurriendo a mi táctica de evadir lo que realmente quería decir, ella respondió adecuadamente y respetuosamente (como debería) y platicamos bien el tema de la lencería. Mi cuestión principal era la pena que sentía al practicar pero lo disfrutaba, al abordar un poco más el tema le empecé a dar señales de que había algo más qué decir y nuevamente me animó para sacarlo… Y fue cuando le dije que me gustaba usar pañales.

De lo que me acuerdo, me parece que me hizo preguntas muy neutrales y ninguna observación negativa. Para ella, todo era normal y nada de qué preocuparse o ver mal. Aunque lo que hablamos del tema eran cosas que yo ya he concluido, como deducir que esta actividad no es algo que considerar negativo o nocivo para mi salud, me dio gusto escuchar su opinión profesional y más gusto poder finalmente decirle a alguien y que me digan que no era algo malo.

Con mucha pena pero finalmente pudimos abarcar el tema.

Algo relevante de lo que me comentó y creo que acertó, cosa que los terapeutas anteriores no pudieron, es que tanto tiempo de estar excluyendo el secreto, tanto tiempo de permanecer anónimo con este fetish, sin poder hablarlo con alguien y junto con mis inseguridades y problemas de aceptación que he estado cargando, empecé a verlo como algo raro o algo de que sentirme apenado.

Teniendo esto en mente, que veo este gusto como algo raro/penoso y sabiendo que a muchos le pareciera extraño es que la pienso más en decirlo. ¿Habrá alguien que le guste esta práctica?, ¿es algo que a alguien le llamaría la atención?, ¿es algo que al decirles les cambiará la perspectiva de mi?.

Esta última pregunta era la que más me preocupaba, que la opinión que alguien tiene de mi cambie al revelarle el secreto. Y con esto en mente me la pasaba justificando para no contar mi secreto pero manteniéndolo sin decírselo a alguien hacía más difícil poder expresarlo a alguien que sí le tenga confianza.

Pero las ganas no se me quitaban y al tocar el tema con mi terapeuta me tranquilizaba saber que no era algo malo y que si sentía que era algo que tenía que compartir a mi futura esposa, entonces no tendría porqué ella tomarlo mal.

Y le dije

Una noche ella pasó por mi a casa de mi mamá y al estar en su carro camino a su casa tomé la decisión de decirle aprovechando que ella estaba ocupada manejando, en el momento decidí no contarle toda la verdad para ver cómo reaccionaría (pero también por pena de decirle todo), le terminé contando que yo usé pañales en la preparatoria cuando mi bisabuela vivía pero sin contarle que aún los uso y que los mojaba, entonces era como la mitad de la verdad.

Recuerdo que su reacción fue neutral y sólo me hizo algunas preguntas como si los seguía usando, si los ‘usaba’ (o sea que cumpla su función) y porqué los usaba, para eso le mentí diciendo que ya no los uso y que no los uso de esa manera (refiriéndome a que si orino en ellos) y la última pregunta se la respondí simplemente porque me gusta, estaba tan nervioso y apenado que no me animé a decirle la verdad.

Pensé que para mi sería suficiente contándole una parte pero días después sentí que tenía que contarle más pero ya no encontraba la oportunidad de decirle. Ella ya no me hizo algún otro comentario acerca del tema entonces sabía que tenía que empezar yo el tema nuevamente.

Creo que fue como un mes antes de casarnos que, estando en su casa, le tuve que decir nuevamente. Estando en la cocina y aprovechando que su familia estaba fuera, terminé diciéndole que uso pañales de manera regular y es algo que me gustaría seguir haciendo después del matrimonio. Le comenté que desde que tengo memoria es algo que me gusta hacer y siempre me ha llamado la atención, que desde que descubrí que mi bisabuela los usaba me sirvió de hincapié para usarlos más, para meterme al mundo de los pañales de adulto. Le comenté que jamás usaría estando con ella por respeto y si ella preferiría yo dejaría de hacer la práctica (lo cual esperaba que no sería necesario).

Después de decirle empezó a hacerme preguntas como:

Si esa era la razón de que a veces llegaba sin calzones a su casa, le dije que sí. Que esas veces me quitaba el pañal antes de llegar a su casa y se me hacía más fácil andar así que ponerme un calzón en el carro y usaba de pretexto de que me los quitaba para que sea más fácil tener relaciones sexuales… como una manera de señalar que estoy disponible.

Después me preguntó si era algo de qué preocuparse y le dije que no, es un gusto que he mantenido personal y que disfruto hacerlo sólo, que no hay nada de qué preocuparse de que pueda llegar a lastimarla de alguna manera. Es decir, que mi gusto no interferirá con nuestra relación.

Me preguntó cómo los usaba, que si orinaba en ellos. Para eso le tuve que mentir, temí que sería mucha información y aparte como sé que es medio pulcra, la idea de que ando ‘orinado’ pudiera ocasionarle un poco de molestia/asco.

Me preguntó que si yo esperaba o me gustaría que ella los usara, con un tono de preocupación, como que no le gustaría hacer pero curiosa en saber qué opinaba, por lo que le dije que no, que esto era algo que a mi me gustaba hacer sólo y que sería raro compartirlo con alguien más. Le pregunté si estaría interesada pero desde luego me dijo que no. Está bien, la entiendo.

Al final, aunque la notaba un poco confundida (creo) con tal revelación, me comentó que como es algo que a mi me hace feliz, no estaría bien que ella decidiera que yo dejara de hacerlo.

No me acuerdo cuántas más me hizo pero se pudieron resumir a las anteriores.

Y así quedó, esperaba más preguntas por su parte pero ya no hubo, y aunque no me preguntó más siento que cumplí mi objetivo por tratar de hablarle más de mi fetish y cuáles son mis intenciones ya que estemos casados lo cual ella estuvo de acuerdo. Ella no lo tomó mal y concluimos que cuando guste podemos tocar el tema nuevamente a su tiempo, que por mi parte ya no hablaré más del tema.

Después de casarnos, pude seguir comprando y usando pañales.

Respeto

Me gustaría que en un futuro ella abarque el tema nuevamente pero no quiero forzarla a hacerlo, tengo que respetar que no todos tenemos los mismos intereses y gustos. Me parece que la regla que me puse de respetar límites es importante en cualquier relación y así como no estoy dispuesto a hacer ciertas cosas que hace ella, ella me respeta no forzándome a hacerlo. Se tiene que reconocer que somos individuos con gustos individuales y se tiene que respetar esas preferencias dejando al otro gozarlas si es algo que no lastimará al otro o los acuerdos de ambos.

Si la pareja puede vivir y convivir con que cada quien tenga diferencias entonces es una relación que podrá durar mucho tiempo.

Y como una amiga una vez me dijo de algo no relacionado pero aplica también:

Mientras alguien no quiera más, no habrá problemas.

En otras palabras:

Mientras alguien no quiera más de lo que el otro está dispuesto a ceder… estarán bien.

Cómo me gustaría que los use mi esposa

Ya habiendo tocado el tema y considerando que ella no usaría pañales, hace poco estaba pensando cómo haría que ellos los usara, cuál sería mi fantasía para vivirlo con ella, explico: Hace tiempo empecé a seguir la idea de hacer y completar retos y conforme iba escribiendo me empecé a dar cuenta que uno de los aspectos de los retos que me gustaba (aunque parezca que la idea es contra-intuitivo) es la humillación (o más bien) ceder el control.

Entonces, con eso en mente, me gustaría ‘forzar’ a mi esposa a usar pañales gruesos de manera que pueda. Por ejemplo, vamos a salir un día y en la mañana que nos estamos arreglando, hacer que ella se ponga un pañal de mi selección y que ella se las arregle como pueda. Es decir, si le da pena o teme que alguien la note con ellos, que su vestimenta sea de manera que le ayude a que pueda pasar el día con ellos y busque cómo evitar que los haga muy aparentes. Yo aprovecharía a notar su comportamiento y disfrutar de sus nervios y aparte observar sus nalgas para ver qué tan grandes se verían con uno puesto.

Ya sería un plus que también los orine, aunque eso en este momento se me hace más que imposible pero puedo soñar. La emoción está en que yo tengo el control y no le daría permiso de que se los quite.

Conclusión

Fue difícil escribir esta entrada y más saber cómo estructurarla. Al principio tenía una idea de cómo hacerlo pero me fui dando cuenta que me estaba limitando. Entonces mejor opté por escribir como saliera y después organizarlo, espero haber abarcado todo apropiadamente.

Hablar de fetishes es difícil en esta sociedad semi-conservadora donde se ve el sexo como algo tabú y más cuando involucra actividades no tan comunes entre adultos.

Aunque sé que no es algo de qué preocuparse o sea una práctica mala, entiendo porqué alguien lo tomaría mal pero eso no significa que lo sea. Si tienes una pareja que tiene todas las intenciones de conocerte y respetarte entonces no vería algo malo que sepa de tus actividades.

Aunque puede haber ciertas situaciones donde la otra persona no lo aceptaría, también tienes que respetar eso y el respeto es lo más importante aquí… No romper el del prójimo ni tu propio respeto.

Si estás leyendo esto y aún no le dices a tu pareja pero lo estás pensando, ponte a pensar si sería algo positivo añadirlo a la relación (me refiero a que esa pareja sepa de tu secreto) y si no, ¿podrías vivir sin decírselo?.

Así como hay una que otra cosa que de plano no le dirías (al menos que seas como esas parejas que TODO se dicen, que creo que son pocos), ten en cuenta que secretos siempre habrán, ¿puedes vivir sin decirle este en particular?

Aunque mi esposa ya sabe que uso pañales por gusto y por el momento los disfruto sólo, no sé por cuánto tiempo tenga esta dinámica de hacerlo a secretas. A ver qué pasa.

6 opiniones en “Cómo le dije a mi esposa”

  1. Esta muy bien tú blog. No lo abandones, porque te sirve no solo para entender a otras personas, también para quitarte pesos de encima contando tus experiencias. Yo también he tenido experiencias con pañales, a mi no me da ninguna pena hacerlo, pero si que comprendo que es algo raro para la gente, de hecho si la gente lo considera algo normal yo creo que me dejaría de gustar

    1. Muchas gracias por tu comentario. No tengo intenciones de abandonarlo pero a veces se me dificulta pensar qué más contenido sacar ya que creo que he hablado gran parte de las cosas que me gustaría hablar, tengo una que otra idea de qué más hacer pero sólo me falta sentarme y hacerlo.

      Empecé escribiendo este blog para narrar mi experiencia con pañales pero cuando estoy inspirado y quiero profundizar me pongo a escribir más a fondo de porqué me gusta y cómo me siento, narrar más a fondo de mis experiencias.

      Coincido contigo de que si se normalizara de completo esta actividad (que no creo que pase) yo creo que no le encontraría más gusto, como lo escribí en esta entrada (creo que fue en esta), el tener secreto que tengo un pañal le da un plus que me gusta, el que alguien sepa que tengo uno puesto creo que le quitaría ese gusto de secreto y no lo disfrutaría tanto… no sé, a lo mejor tendría que intentarlo un día y saber cómo se siente.

      Por último, quiero hacer mención que aunque me gusta mucha esta actividad, también no puedo dejar a un lado el lado tabú/morbosidad que le da un toque de gusto pero también de duda al no sentirme ‘normal’… como una espada de doble filo.

      1. Naaaaa como vas a dudar de no sentirte normal, los gustos no pueden estar marcados por la sociedad, y aún que intenten hacerlo no deberíamos de hacer caso. Cada uno le gusta lo que los gusta porque es así, no eliges lo que te gusta, es un impulso humano, al igual nadie elige ser heterosexual o homosexuale, los gustos son cosas que van en los genes de cada uno y no podemos sentirnos mal por ello, bajo ningún concepto. Mientras lo que hagas no interfiera en tu vida de manera negativa, haz lo que te gusta, es la única forma de ser feliz.

        1. Estoy de acuerdo, la sociedad no debe de interferir cómo te relacionas con tus gustos pero a lo que voy es que aunque me gusta esto a veces no puedo evitar callar esa voz que me dice que ‘no debería hacer esto’. Son dos conceptos que entran en conflicto, uno mi gusto por pañales y lencería pero la otra parte está lo que la sociedad ‘tradicional’ dice qué y qué no debe de hacer un hombre.

          Cabe mencionar que vengo de una familia religiosa y eso añade más a esa voz que me dice que no debería. Aunque estoy consciente y seguro de que mi gusto es algo enteramente saludable y no malo.

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