Alguna otra fantasía que tengo es que me vistan de sirvienta y me pongan a hacer varias tareas para el entretenimiento de alguien más. Ya sea limpiar o simplemente servir. Con esta entrada me gustaría detallar cómo empezaría esta idea… A lo mejor la termino después.
Un poco apenado, me empiezo a desvestir mientras mi corazón empieza a latir más rápido por cada prenda que me quitaba. Al quitarme mi pantalón, ella podía ver que había algo más que estaba emocionado y vi que soltó una sonrisa, me seguía esperando con paciencia.
Me bajo el calzón y era más que obvio que aunque estaba apenado aún me emocionaba saber que por primera vez iba a poder realizar unas de mis fantasías.
«Me gusta que te esté emocionando pero voy a tener que decirte cuándo te puedes excitar». Sin saber a qué se refería, saca del cajón una pequeña bolsa y se dirige al baño, prendé la luz y abre la llave de la regadera. «Entra, hay que limpiarte antes de empezar». Sin saber a qué se refería la acompaño al baño cubriendo mi erección con las manos.
Me meto a la regadera con agua caliente cuando de repente ella le cierra y abre la fría, al querer salirme por el cambio repentino me detiene, «Aguántate mientras se te baja lo… emocionado», empezando a temblar del frío y mi pene se hace pequeño, cierra a la llave, acerca una toalla y me empieza a secar mi área púbica.
«Mira qué chiquito se volvió, así me gusta que se vea, mi marica…», me decía al seguir secándome.
¿Marica?, no sabía cómo tomar que me dijera así, nadie me había dicho de esa manera y aunque me consideraba uno de closet. De qué otra manera llamarías a alguien que le gusta ponerse lencería, pañales y vestidos en secreto y tener una curiosidad de servitud?.
Tiró la toalla y agarra la bolsita que dejó sobre el fregadero. De él saca una pequeña jaula para pene y antes de que pueda decir algo lo coloca sobre mi pene y lo ajusta,»Así mejor, sólo yo quiero controlar cuándo te puedes excitar». Siento cómo mi pene es atrapado con este nuevo objeto que lo envuelve, empiezo a sentir su presión ya que se me estaba pasando el frío y me estaba volviendo a emocionar. La erección que se estaba formando fue detenida por esta jaula, ahora ella tenía el control de mi pene.
Al caer en razón de lo que acaba de pasar, me gustó ver cómo mi pene tenía esta jaula, lo forzaba para tener un pequeño tamaño y el hecho de que se veía rosa le daba puntos extras.
«Ven, es hora de empezar», salió del baño para acercarse al armario.
Sacó de un cajón un pañal Rearz Princess, un expansor y talco, los coloca sobre su cama abriendo el pañal listo para ser acomodados y me señala hacia él. Pensé que se retiraría del cuarto pero sólo se me quedó viendo, esperándome; esperaba a que me colocara sobre él para que ella me lo pusiera.
Al caminar hacia la cama, la jaula hacía caminar un poco extraño, tenía que mover un poco las piernas para caminar cómodamente. Me acerco a la cama y me quedo un poco confuso para saber ahora qué hacer, se me quedaba viendo dándome una mirada de que diera seguimiento.
Emocionado y apenado, coloco el expansor dentro del pañal y me acuesto sobre su cama colocando mis nalgas sobre aquel pañal, ella se acerca y empieza a ponerme talco por toda mi ingle.
Dobla el pañal para ajustar un poco el expansor y empieza a cerrar las alas colocar las cintas adhesivas lo más apretado que pueda, así como le gusta, tratando de posicionar cada cinta de manera simétrica.
Al terminar, me señaló que me parara y diera una vuelta. La sensación de tener tal grueso pañal junto con mi pene enjaulado era extremadamente placentera, no había usado un pañal con estas dimensiones y peso. Al ver al espejo que estaba delante de mi, me gustaba cómo se veía ese gran pañal rosa, abrazaba bien mi cadera y le daba una agradable curva a mi silueta.
Mi pene volvía a tratar de emocionarse al ver tal vista en el espejo pero la jaula no lo permitía… me gustaba.
Se acerca nuevamente al armario y saca de un cajón un cubre pañal rosa, «En caso de accidentes…», me decía. Me lo puse y volví a ella para saber qué sigue.
Di un vistazo nuevamente en el espejo y parecía que veía alguien más en el, alguien sólo cubierto con un pañal grueso en una habitación que no conocía. Me gustaba cómo resaltaba el color rosa, le daba un atributo femenino a mi cuerpo… quería más.
Veo que empieza a desabrocharse su camisa. Desde que la conocí en mi oficina me atrajeron mucho sus senos, grandes y voluptuosos; siempre los vestía para coquetear y crear deseos. Ahora que se está quitando la camisa me emociona saber que finalmente los podré ver.
Termina de desabrocharse todos los botones para finalmente revelarme sus enormes senos sostenidos por un brasier negro, veía que éste estaba mojado, sus senos estaban produciendo leche. Me señala con su dedo índice hacia un seno para que le ayudara. Se quita su camisa y se desabrocha su brasier y me excitó ver cómo cayeron sus senos pesados, con unas areolas grandes y pezones hinchados, listos para ser exprimidos. Aún con la jaula no paraba de intentar emocionarme.
Me quedé uno o dos segundos admirando sus senos goteando. Se sienta sobre la cama y los sostiene, me gustaba la vista.
Al caminar hacia ella, me gustaba cómo se sentía el pañal entre mis piernas, apenas las podía cerrar completamente. Me acerco para tomar de sus senos y disfrutar de su tamaño y sabor.
Su leche sabía dulce, no creí que llegaría el momento en que estaría tomando leche de unos senos pero aquí estaba, en pañales y tomando leche de unos senos.
Me parecía extraño que pudiera succionar tanto líquido pero para mi era un sueño. Cuando ya no sentía que podía sacarle más pasaba a su otro seno. Por cada succión que le daba sentía cómo ella lo disfrutaba.
«Es hora de que nos arreglemos para jugar un ratito».
Me alejó de su seno para pararse, acercándose a su ropero.
Quedé un poco confundido, me acabo de ponerme el pañal y ahora me está diciendo que vamos a jugar, pensé que ya lo estábamos haciendo.
Saca del ropero varias prendas y las pone sobre la cama, señalándome que me las tengo que poner.
Un liguero blanco con un par de medias blancas, un brasier blanco junto con unos rellenos, un vestido de sirvienta negro y unos guantes largos blancos.
Estas prendas las colocó sobre la cama de acuerdo al orden que me las tenía que poner. Cada que colocaba una mi corazón empezaba a latir un poco más rápido, no sabía si estaba nervioso o emocionado por ponerme ese conjunto ya que siempre he tenido curiosidad de usarlos y que me ordenen a hacer cosas, como una sirvienta… me gustaba mucho este juego, un pañal grande, senos y ahora un vestido, ¿se puede poner mejor esto?.
Agarro el liguero y lo abrocho de frente, lo giro y empiezo a pasar las ligas por debajo del cubre pañal y al terminar lo ajusto. Me quedaba justo pero podía sentir que se estiraba lo cual lo hacía cómodo. Me pongo las medias enrollándolas primero. Al terminar, agarro las ligas de enfrente y las aseguro a las medias, trato de hacer lo mismo pero no lograba ajustarlas porque no podía ver.
«Bueno, veo que no tienes tanta práctica, puntos malos para ti», se burló un poco al ajustarme los ligueros de atrás, me emociona saber si esos puntos servirán para algo.
Anteriormente me he puesto brasieres entonces sabía cómo hacerlo, sin batallarle mucho, me lo acomodo y después pongo los rellenos, me gustaba sentir su peso. Volteo a verla para buscar su aprobación, sonríe y me hace señas de que sigue el vestido.
Veía aquel vestido como aquello que daría finalidad a mi fantasía de un día tener vestido y pañales, me sorprendía que tener enjaulado mi pene también me gustaba pero me empezaba a excitar más la idea de saber qué pasara y más que la pequeña jaula no lo permitía. Agarro el vestido, primero lo desabrocho del cierre, lo bajo para meter mis pies y al subírmelo batallo al pasarlo por mi cintura debido al pañal pero como su tela era flexible lo pude posicionar adecuadamente. Lo sentía justo sobre mi cuerpo, le daba una buena vista abrazando mis senos falsos y me gustaba ver que me quedara un poco corto, así no había manera de ocultar mi pañal.
Al fijarme en el espejo que tenía un vestido, me da un poco de pena porque no me había puesto un vestido enfrente de alguien pero ella parecía cómo que lo estaba disfrutando, me gustaba.
«Está bien, mi marica, así te quiero ver todo afeminada, termina de ponerte tu atuendo».
Me pongo mis guantes para terminar mi atuendo, me fijé en el espejo para ver cómo me veía y me empecé a sentir algo que sólo había imaginado anteriormente, frente al espejo estaba alguien afeminado con ropa de sirvienta y en pañales.
«Tengo un par de cosas más para ti, aún no termino con tu outfit con el que nos divertiremos».
Supuse que faltaba algún tipo de zapatos para completar el uniforme. Se acerca al armario y saca unos tacones negros con plataforma, vi que tenían un pequeño candado en cada uno. Aparte me quiere controlar cómo caminaré, me los pongo y se acerca ella para asegurar los pequeños candados.
«Mira qué hermosa te ves. Ven, acércate para asegurarte tu vestido».
Saca de un cajón otros pequeños candados y me señala que gire, para darle la espalda. No me había dado cuenta que en el cierre del vestido había una manera de asegurar que no se pudiera bajarlo, al asegurarlo hace un pequeño ajuste a mi vestido, para que se me vea bien. Levanta la parte baja del vestido pensando que ajustará mi falda pero no me había dado cuenta que el cubre pañal y el vestido se podían asegurar juntos, pone un candado de cada lado atando el vestido con el cubre pañal. Con esto también controlará mi vestimenta, sólo me podré quitar el pañal si ella lo decide… ya tengo completo mi outfit.
Me acomodo mi nuevo atuendo, mis nuevos tacones y me levanto para caminar con ellos. Los primeros pasos fueron algo difícil y temía caerme pero como ya he caminado con tacones no se me hacía tan difícil entenderle, tendré que hacerlo con cuidado.
«¿Ahora qué quieres que haga tu marica?». Titubeé al llamarme así, supongo que así quiere que me llame.
«Todavía tengo algunas cosas más que quiero hacerte pero primero quiero maquillarte, sacar más lo femenino en ti». Agarró su brasier y camisa para ponérsela de nuevo, al ver cómo se veían sus senos al ponerse tales prendas volteé hacia abajo para ver los míos falsos… Si tan sólo los míos fueran reales.
Al dejar de sentirme hipnotizado por sus senos, me alegré al escuchar que me maquillaría. Siempre he querido ser maquillado por alguien, anteriormente lo he hecho pero no le sé bien y nunca me sale como me gustaría.
«Ven, sígueme», salió del cuarto y empezó a caminar hacia otro, podía escuchar cómo sus tacones dejaron de tocar la alfombra y empezaron a hacer ruidos que tocaban la suela. Empiezo a seguirla para no perderla de vista.
Torpemente caminé hacía el marco de la puerta del cuarto evitando perder el balance, estos zapatos eran un poco más difícil caminar y seguramente sería más al hacerlo sobre la duela.
«Anda, te estoy esperando», abrió la puerta y prendió la luz. Me acercó hacia ella mientras voy pegado a la pared para poder sostenerme si es que pierdo el balance y no caerme, no podía mantener un ritmo como lo hacía ella, se me estaba dificultando más de lo que pensaba. «Más puntos malos, pensé que ya sabías caminar como la marica que eres». Me estaba probando, me alejé de la pared y traté de caminar más despacio pero con mayor cuidado hasta finalmente llegar con ella.
«Vaya, ¿qué te costaba esforzarte así?. Siéntate aquí, te daré una pasada rápida porque se nos hace tarde».
Me senté donde me indicó y frente a mi estaba un espejo que nuevamente me daba la oportunidad de verme a cuerpo completo, abre un cajón y saca un kit de maquillaje.
Agarró una toalla húmeda y empezó a pasarla por toda mi frente, abarcando todas las áreas. Sin decir nada agarró dos botellas de base y las puso sobre mi rostro para ver qué color se me vería mejor, escogió uno y agarró una brocha para empezar a pasarla uniformemente por todo mi rostro. Agarró otra brocha y un corrector para buscar donde ella consideraría oportuno. Mientras hacía esto podía ver mi progreso, me gustaba cómo estaba quedando.
Me señaló que me girara porque no podía ver algunos detalles entonces al hacerlo ya no podía ver qué tanto hacía, tendré que esperar los resultados.
Siguió con aplicarme polvo por todo mi rostro después con empezar a poner sombras sobre mis párpados. «Voltea para arriba», agarró el delineador y con una mano firme pudo trazar el instrumento firmemente sin mayor problema. Después con el rímel… toda una profesional.
Terminó mi sesión de maquillaje con sombras, para contrastar los colores que me puso por todo mi rostro.
«Ahora un poco de estilo a tu cabello como si fuera un look corto femenino y… Listo, terminé, ¡mira qué diferente te ves!».
Voltié a ver el espejo y ver cómo quedé,»¡Wow!», sobresalté.
Los resultados me sorprendieron, no creía que un buen maquillaje transformaría mi rostro tosco y nada femenino pero aquí veo que con el atuendo ideal y un buen maquillaje me hacía ver totalmente diferente. Hasta podría decir que si me viera en la calle alguien me pudiera confundir con una mujer.
«¿Te gusta, Amanda?, me dijo entusiasmada.
«¿Amanda?», titubeé… ¿Me acaba de llamar así?.
«Sí, necesitas un nuevo nombre, creo que te queda bien».
«Amanda, gracias».
«Se dice gracias por mi nombre de marica, maestra… quiero que todo lo termines con maestra cuando hables conmigo».
«Gracias por el nombre, maestra… me gusta mucho».
«Así me gusta… ¿Ves que diferente te ves? y hace rato creería que eras un hombrecito», me agarró de mi mano para señalar que me parara. «¿Pero quién creería que con un par de zapatos, un vestido, un pañal y un poco de maquillaje te haría ver cómo te ves ahorita?», alzó su brazo y con el giro de su mano me hizo dar una vuelta para lo que parecía que se sienta orgullosa de tal drástico cambio. «Seguramente te ayuda que tienes esta jaulita chiquito para tu pene», puso su mano sobre el frente de mi pañal y lo frotó, a pesar del grosor y la jaula, me gustó la sensación.
Se puso detrás de mi y viéndome por el espejo se pegó a mi espalda. Podía sentir sus grandes senos sobre mi espalda, deseando yo también tenerlos así, puso una mano sobre los míos y la otra la puso sobre la parte frente de mi pañal y empezó a frotar en sincronía mientras yo sólo podía sentir y disfrutar apenado… Me gustaba.
«¿Te gusta cómo se siente, Amanda?, ¿cómo se sienten mis senos?», conforme me seguía frotando, empezaba a empujarme ligeramente para sentir los suyos sobre mi espalda.
«¿Te gusta cómo se siente tu pene encerrado en esa jaulita y tu pañal junto con todo tu atuendo», ¿Puedes sentir mi mano encima de todas esas capas?»
«¡Sí!», me gustaba sentir todo esto.
«Sé que te está gustando, puedo verlo en tu cara». Estaba empezando a gemir de la estimulación que venía por todas partes, sus manos, sus senos, el pañal, mi vestido… todo lo que veía en el espejo. Me daba pena al ver mi expresión de placer y cómo ella disfrutaba que la tuviera al seguir frotándome.
Todas estas sensaciones estaban haciendo que mi pequeño pene creciera a tal punto que me empezaba a desesperar que no podía más, quería tocarlo sin toda esta ropa, quería poder elevar estas sensaciones pero la jaula no me permitía y empezaba a poner mis manos sobre el cubre pañal pero recordaba que estaba cerrado, no podía más que sentir la gran presión de ya no poder crecer que hasta me estimulaba su restricción, me empezaba a perder y cuando creí que no pudiera tener más excitación y al punto de hacer clímax aún con todo esto que no me permitía… ella paró.
«Por tener puntos malos, aparte no me llamaste maestra», se alejó de mi dando una pequeña sonrisa.
Tenía varios puntos malos, uno por no saberme poner bien las medias, por no saber caminar bien en tacones y el último por no llamarle como quería , uno de los cuales ya pagué pero aún me faltaba por saber cuáles eran los otros.
«Creo que ya sé que más ponerte, se me acaba de ocurrir cómo hacerte más obediente para ya no tener más puntos malos».
Sacó de una caja un collarín de bdsm negro y caminó hacía mi diciéndome. «Voltea, esto te corregirá tu postura, toda marica siempre tiene que tener su mirada hacia enfrente», sin pensarla dos veces me volteé para que coloque ese instrumento de cuero sobre mi cuello, siempre he querido que alguien me controlara de esa manera.
La pieza se sentía cómoda, pensaba que me limitaría mucho el movimiento de mi cuello pero sólo evita si quiero bajar mucho la mirada.
«Gracias, maestra. Así puedo estar más a tu control».
Sonrió mientras sacaba de la caja 2 pares de esposas de cuero BDSM y sabiendo dónde las colocaría extiendo mis brazos para que las ponga sobre mis muñecas y luego se hinca para colocarlas arriba de los candados de mis tacones.
«Listo, así ya eres mi perfecta obediente sirvienta, Amanda. ¿Te gusta?».
«Sí, maestra», contesté.
«Es hora de que me repagues los otros puntos malos que tienes, ven… bajemos».
Cuando llegué a su casa, había hecho una nota mental para recordar cómo estaba estructurada. Cuando entré, noté la sala, la cocina, el comedor; si había algún detalle desordenado o algo que estaría fuera de lugar pero a simple vista no vi.
Ahora que la estoy acompañando hacia la planta baja, me quedo pensando qué me pondrá a hacer… si me pondrá a limpiar, por algo tengo este vestido, ¿qué voy a limpiar?, si no veo nada sucio.
Caminamos pasando la sala hacia una puerta que no la había notado. Al abrirla vi que era un cuarto grande, vacío, no había mucho notorio sólo que no estaba amueblado. «¿Te voy a ayudar a decorar este cuarto, maestra?», pensé inocentemente, seguramente algo trama después por todo lo que he pasado… no es que me esté quejando, si no que seguramente me saldrá con alguna otra sorpresa.
«Tengo algo en mente, será un juego divertido», salió del cuarto mientras me dio a entender que me quedara y la esperara. ¿Qué más trama?, seguramente entrará con otras de sus cajas con algo más que ponerme… ¿pero qué?. Apenas tengo mi atuendo de sirvienta con un toque de BDSM y estoy ansioso por usarlo debidamente, ¿qué haré con él?, ¿me pondrá a quitarle el polvo a toda la casa?, reorganizar su ropero?, ¿me hará servirle té a sus amigas?, ¿hará que la acompañe fuera de casa?. Esas últimas están un poco extremas, me daría mucha pena salir así.
Aunque no puedo dejar de pensar en lo diferente que me veo con mi atuendo, me veo pasable. Creo que alguien me pudiera confundir con una mujer con mi atuendo y maquillaje. Y considerando eso estuviera dispuesto a salir así a la calle… Al menos quedarme en su carro. Aunque el pañal me delataría, había olvidado ese gran detalle.
Tus entradas son asombrosas, eres la ventana de muchos con fantasías & fetiches que llevamos en solitario, ocultos por ser “moralmente incorrecto”
Espero el blog se mantenga vivo, además redactas de una manera tan agradable que da gusto leerte!
Muchas gracias por tu comentario, me da gusto leer que mis divagos ocasionan ese tipo de comentarios. Me costó mucho tiempo saber que mis gustos no tienen nada de malo sólo porque la sociedad los considera de esa manera pero para eso tengo este blog, para ir explicando mis experiencias y lo que he aprendido de mi y de lo que representa este gusto. Tengo todas las intenciones de seguir escribiendo aunque no soy muy consistente.